viernes, 25 de diciembre de 2015

Elegía por un mecánico de barrio




El garage donde se produjo el siniestro. Al costado, un Mercedes olvidado (foto del autor de la nota).


El sábado 12 de diciembre pasado, hacia las 14:10 de la tarde, al volver de Capital, vi un grupo de vecinos arremolinados en torno a este garage en Curupaytí y Los Paraísos, en Villa Adelina. Diez minutos antes, una sonora explosión conmocionó al barrio. Entre la muchedumbre, miré hacia dentro del garage y vi un cuerpo tendido en el suelo, rodeado de un charco de sangre, temí lo peor.

La víctima era Matías, un mecánico del barrio que era muy hábil con su trabajo. De origen checoslovaco, había trabajado para una estación de servicio cercana, y tenía amigos allí. Había conseguido el garage para hacer sus trabajos y tenía cada vez más clientes. Se había casado, tenido hijos, separado y vuelto a juntar. La vida parecía sonreírle.

Pero la sobrecarga de trabajo y la idea de hacer las cosas rápido a cualquier precio le jugaron una mala pasada. Al utilizar un soldador para reparar un tanque, se produjo la explosión. Sufrió daños severos en la cabeza y en el cuerpo, que lo dejaron inconsciente. Fue inmediatamente internado en el hospital con respirador pero, una semana más tarde, falleció.

No cabe duda de que fue un accidente de trabajo, del cual los familiares eximieron de toda responsabilidad al pobre locador que se mortificó ante la tragedia de lo sucedido. El locador es un buen hombre mayor que supo darle confianza al mecánico, alquilándole el garage a precio accesible.

Matías dejó una novia desconsolada y descendientes que sabrán que fue bueno en lo suyo. También dejó un Mercedes 280 que tenía para restaurar, que de seguro alguien va a querer comprar, dado el valor de la marca de la estrella de tres puntas.

Dejo esta crónica para que esta anécdota de barrio permita el recuerdo de un muchacho talentoso, como los tantos que hay en mi zona de Villa Adelina.

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