martes, 23 de agosto de 2016

Una reflexión sobre la originalidad en el humor (y el arte)

El nuevo Juez de la Corte Rosenkrantz, tiene apellido de personaje de Shakespeare.
Les voy a dar un caso sobre un chiste muy actual: hoy nos despertamos leyendo en la tapa del diario, que Rosenkrantz es el nuevo Juez de la Corte Suprema de Justicia en Argentina. Un tipo cualquiera con dos dedos de frente en cultura general, tiene ahí el gancho perfecto para preguntar: "¿Y Guildenstern? ¿Cuándo lo nombran a Guildestern?".

El que no se durmió en las clases de literatura de colegio secundario y universitario, sabe que Rosenkrantz y Guildenstern son los nombres de los dos amigos de Hamlet, que lo acompañaron en su viaje a Inglaterra, en una escena de la famosa obra de Shakespeare. Y además, que ambos portan el mote de "amiguitos traidores", que tienen órdenes de mandarlo al muere al príncipe Hamlet, idea que puede llevar, a otros humoristas, a hacer más chistes derivados.

Este ejemplo de chiste, o de posible familia de chistes, que doy acá, se me ocurrieron a mí, pero, cualquiera que leyó Hamlet y relaciona obra, personaje, y funcionario, ¡también se le puede ocurrir la misma idea! Y es un caso de "plagio supuesto", porque es probable que los que la pensaron digan ¡es idea mía! pero, con cierta formación cultural, partas de esa base, que es la misma, para hacer el chiste.

En tiempos modernos, todo artista que se precie, se basa en un carácter que lo hace particular: aquello que lo hace original. Todos los grandes artistas, sean artistas plásticos, músicos o actores, tienen algunos detalles que los hace, de por sí, distintivos.

Existen acusaciones hacia algunos artistas, según las cuales, éstos son despreciados por "no ser originales", esto es, tomar ideas de otros. Pero héte aquí que, en muchas profesiones artísticas, la imitación o plagio de estilos se hace imperioso a prácticamente cualquier artista, para formar, de por sí, su propio estilo.

La principal acusación de plagio es el tema de las ideas: es normal encontrar que, más de un humorista gráfico o de otros medios, llegue a la misma conclusión que otros porque, en su construcción de los chistes, parte de la misma idea y, además, llega al mismo remate.

Para terminar, me basta una reflexión del gran periodista Carlos Ulanovsky: él dijo que a dos personas, en dos cuartos distintos y sin contacto entre ellos, se les puede ocurrir la misma idea, pero gana el que primero la hace difundir. Y, a lo que agrego, a muchos creativos a veces se les da por "redescubrir la rueda", o sea, tomar como propias ideas que ya se le ocurrieron a otros, bastante antes, y que fueron olvidados o marginados.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Ironía bíblica del veganismo

Caín sacrificaba vegetales y Abel, animales. Era bien visto entonces. ¿Lo sería ahora?

En la historia bíblica de Caín y Abel, que encontramos en el Génesis, se cuenta que el motivo por el cual Caín mató a Abel, se debía a que sentía envidia de él. La envidia era causada, porque los sacrificios de Abel hacia Dios eran más agradables que los que hacía Caín al Altísimo.

Caín, como campesino, sacrificaba frutos de la tierra, o sea vegetales, en holocausto al Señor. En cambio Abel, como criador y pastor, sacrificaba animales. Visto es que, en tiempos históricos, en el antiguo Templo de Jerusalén, sacerdotes y fieles sacrificaban numerosos animales en dicho tiempo, como hacía Abel.

Pero en el mundo actual, en el cual la matanza de animales está vista como una atrocidad por cada vez más vastos sectores de la población mundial, sobre todo de ciudades, los roles tenderían a invertirse. Con el cambio de paradigma, ¿qué sucedería si fuera Abel el que menos gracia divina recibiría, y Caín sería, entonces, el más recompensado?

Con ello, Caín no tendría razones para sentir envidia alguna, y se le suprimiría dicho móvil por el cual podría matar a Abel. En todo caso, Caín podría sentir molestia hacia Abel porque sacrificaba animales, pero en vez de envidia, tendría compasión por los animales muertos, e intentaría hacer algo para que Abel dejara de matarlos en ofrenda.

En un mundo de veganos, Caín sería quizás visto como un justiciero en defensa de los animales, y en caso de que atacara a Abel, otro sería el motivo de su ira. Y tal vez, no estaríamos seguros si lo habría matado al igual que en el relato bíblico, o si habría encontrado otra forma de reprimenda para evitar que Abel siguiera matando animales.

Vaya ironía vegana, que trastocaría todo el sentido de un antiguo relato de la Biblia.